En el mundo de las inversiones, el petróleo y el oro siempre han sido dos de los activos más atractivos para los inversionistas que buscan proteger sus carteras contra la volatilidad de los mercados. Sin embargo, en los últimos tiempos, los analistas han comenzado a argumentar que el petróleo podría ofrecer un retorno más significativo en el año 2025, en comparación con el oro.
Razones para apostar por el petróleo
Una de las razones principales para este optimismo sobre el petróleo es el aumento previsto en la demanda a nivel mundial. Según los expertos, la transición energética, que inicialmente parecía ser una amenaza para los combustibles fósiles, en realidad podría beneficiar al petróleo a corto plazo debido a una mayor demanda de energía en los países en desarrollo.
- Aumento en la demanda global de petróleo del 3% anual para 2025.
- Incremento en el precio del barril proyectado entre 20% y 30% en los próximos dos años.
Además, existe un consenso entre los analistas de que las políticas de restricción de suministro por parte de los principales productores, como la OPEP+, seguirán influyendo en los precios al alza. Este control del suministro se considera un factor clave para mantener el equilibrio del mercado y garantizar precios rentables para los países productores.
Por otro lado, el oro, que históricamente ha sido un refugio seguro en momentos de incertidumbre económica, podría no ofrecer el mismo nivel de retorno debido a la estabilización esperada de la inflación y el fortalecimiento del dólar estadounidense. A pesar de que sigue siendo una inversión sólida, el crecimiento del precio del oro podría ser más modesto.
Los expertos afirman: “La demanda de petróleo aumentará a medida que los países en desarrollo continúen avanzando, lo que podría traducirse en mayores precios a corto plazo”.
En conclusión, aunque ambos activos tienen sus méritos, las proyecciones actuales sugieren que el petróleo podría resultar una mejor apuesta para los inversores que buscan maximizar sus retornos hacia 2025. Sin embargo, siempre es recomendable que los inversionistas evalúen sus decisiones basándose en sus propios perfiles de riesgo e intereses financieros.