En los últimos años, ha habido un incremento notable en la esperanza de vida a nivel global, gracias a los avances en medicina, mejores condiciones de vida y una mayor conciencia sobre la salud. Sin embargo, este fenómeno viene acompañado de una preocupante tendencia: aunque vivimos más tiempo, la calidad de esos años adicionales no siempre es la mejor. Según un reciente informe, la “esperanza de salud” o el periodo durante el cual una persona puede vivir libre de enfermedades y discapacidades, está disminuyendo.
Desafíos de la vida moderna
Múltiples factores están contribuyendo a esta disparidad entre la longevidad y el bienestar saludable. El estilo de vida actual, caracterizado por un aumento en el sedentarismo y dietas no saludables, es uno de los culpables principales. Además, el estrés asociado con la vida laboral moderna y la falta de equilibrio entre trabajo y vida personal agravan la situación.
El informe destaca que muchas personas están pasando más años de su vida lidiando con enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y problemas de salud mental. Esto implica una carga no solo para los individuos, sino también para los sistemas de salud pública que deben adaptarse a este nuevo escenario.
Algunos datos destacados del reporte son:
- La esperanza de vida global ha aumentado en un promedio de 6 años en las últimas dos décadas.
- Sin embargo, la esperanza de salud ha decrecido en muchos países, aumentando el número de años vividos con enfermedades.
El Dr. Michael Roizen, experto en el tema, comentó sobre esta problemática:
“Necesitamos un enfoque integral que no solo se centre en aumentar la longevidad, sino en mejorar la calidad de vida de las personas durante esos años extra.”
Invertir en prevención y promover hábitos saludables desde una edad temprana son estrategias clave para revertir esta tendencia. La promoción de una dieta saludable, la actividad física regular y el manejo efectivo del estrés son esenciales para alargar el periodo de vida saludable. A medida que la población mundial sigue envejeciendo, adaptar políticas de salud pública que prioricen el bienestar holístico será crucial para garantizar que más personas vivan no solo más años, sino también años de calidad.