Un reciente informe de la ONU destaca que vivir en situación de pobreza puede triplicar la probabilidad de experimentar trastornos mentales. Este preocupante hallazgo subraya una conexión clara entre las dificultades económicas y la salud mental, resaltando la urgencia de abordar ambos problemas de manera integrada.
Impacto de la pobreza en la salud mental
El informe pone de manifiesto que la inseguridad económica, la falta de acceso a servicios básicos y el estrés constante al que están sometidas las personas que viven en pobreza extrema, son factores que contribuyen significativamente al deterioro de la salud mental. A continuación se presentan algunos datos clave del informe:
- Las personas que viven en situación de pobreza tienen tres veces más probabilidades de desarrollar trastornos mentales.
- El 20% de las personas que viven en pobreza extrema reportan síntomas de ansiedad y depresión.
- El acceso a servicios de salud mental es significativamente menor en áreas con altos índices de pobreza.
Además, la ONU advierte que la crisis económica provocada por la pandemia de COVID-19 ha exacerbado estos problemas, aumentando el número de personas que enfrentan dificultades económicas y, paralelamente, problemas de salud mental.
En palabras del informe,
“Abordar la pobreza no solo se trata de mejorar condiciones económicas. Es crucial entender cómo estas condiciones afectan la dignidad humana y la salud mental de quienes las padecen.”
Los expertos de la ONU recomiendan una serie de medidas para mitigar el impacto de la pobreza en la salud mental, como incrementar la inversión en servicios de salud mental accesibles para todas las personas, independientemente de su situación económica, así como la implementación de políticas públicas que promuevan la inclusión social y económica.
Este enfoque integrado no solo podría mejorar la vida de millones de personas sino también tener efectos positivos a largo plazo en la productividad y el desarrollo económico a nivel nacional e internacional.
